ANÁLISIS DE “LA HORA” DE JUANA DE IBARBOUROU
Tema y Título:
El
tema del poema es el tópico tan conocido como “Carpe diem”, que
significa “Aprovecha el día”. Este tema viene desde la época de la
antigüedad, del poeta Horacio. Es por esta razón que el poema está
marcado por las anáforas: “ahora”, “hoy”. Son palabras que se repiten y
reafirman la idea de no dejar pasar el momento cuando éste es propicio,
cuando aún hay tiempo de disfrutarlo, de gozarlo con todos los sentidos,
con todo el ser; porque el tiempo pasa, y destruye lo bello del
presente, y el único fin posible es la muerte, terminante, real, e
inapelable. El presente es de lo único que uno puede hacerse, ya que el
pasado no puede cambiarse, y el futuro es incierto. Pero el “Carpe diem”
no significa el suicidio, ni el descontrol que lleva a la muerte lenta,
que hoy en día podemos vivir, sino el disfrute, el placer de aprovechar
ese momento, de vivir plenamente, de tomar lo que el presente me da.
Por
todo esto es que el poema se llama “La hora”, porque la hora es ahora.
Porque ha llegado el momento y la amante se lo muestra al tú lírico, en
forma de ruego, casi como una orden, pero la desesperación de quien sabe
cual es su fin, el único que tenemos todos los humanos, la muerte y la
vejez. ¿Qué importa, después, lo que quería, sino tuve el valor de
tomarlo en el momento más pleno?
La
conciencia del tiempo que corre angustia al yo lírico, que vive en una
sociedad que desprecia o juzga el placer, o la belleza del momento
íntimo. Una época que no le permite disfrutar sin culpa, de esa sociedad
el yo lírico prefiere pasar, rebelarse, y atreverse a decirle a su
amante que es tiempo de disfrutar, animarlo a hacerlo, algo subversivo,
más aún si viene de una mujer.
Estructura externa
Lo
interesante de esta estructura es que está formada en dísticos
(estrofas de dos versos). Esta forma, relacionada con las incesantes
anáforas le dan al poema un ritmo ágil, vertiginoso que se relaciona con
la desesperación y la angustia para que el tú lírico comprenda la
importancia del pedido.
Los
versos son difíciles de contar, pero podemos ver que tiene una rima
consonante, y las estrofas son diez. Pero el poema se divide en dos
partes, y esto se relaciona con la estructura interna.
Estructura interna
Las
primeras cinco estrofas están marcadas por las anáforas “tómame” y
“ahora”, resaltando las cualidades de juventud y belleza que el yo posee
en este momento.
Las
otras cinco refieren a la muerte, al futuro, a lo que sucederá si se
desperdicia esa “primavera” de la vida. Y comienza con un verso con una
métrica menor (cinco sílabas) y un “después”. Para terminar reafirmando
la importancia del presente.
Primera parte
El yo lírico
utiliza permanentemente, además de la anáfora, el paralelismo (igual
estructura gramatical) “Tómame ahora que aún…”, “Ahora que tengo…”,
“ahora que calza…”, “ahora que en mis labios…”. El paralelismo va
intensificando la pasión del decir, del imaginar, siempre unido a la
angustia de saber que eso que está ahora, no será después.
Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.
El verbo con el
que empieza el poema está presentado en un modo imperativo, y el
presente, porque es urgente y necesario que el tú lírico comprenda que
debe tomarla. No importa lo que otros digan, no importa para ella
guardar su “honradez” si esta termina envejeciendo o muriendo sin haber
descubierto el goce de vivir. Por eso “aún es temprano”, aún es el
momento, aún se puede, aunque el mundo no lo considere decente, no
importa, es algo físico, personal, es el momento de ella, biológico y no
social.
Luego el yo
lírico se va describiendo a sí misma a través de metáforas relacionadas
con la naturaleza. Ella es naturalmente joven y bella; ¿qué tiene que
ver eso con las normas sociales? Es natural ser bella y es natural ser
joven, por lo tanto es natural disfrutar de esos dones. Por eso ella
utiliza la metáfora “dalias nuevas en la mano”. Sus manos, símbolo de
entrega, de lo que tiene para dar al otro está llena de nuevas flores,
de nuevos perfumes, de nuevas sensaciones táctiles, suaves y dispuestas
para él. Todo su ser está renovado porque es joven, y ya ha pasado su
estado de niñez, ahora está física y naturalmente preparada para conocer
ese mundo que se le brinda.
Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.
El segundo
dístico habla de su cabellera, que “es sombría” por lo tanto es negra,
no tiene en ella indicio de canas, símbolo de la vejez, por lo tanto es
nueva, es hermosa. La palabra “taciturna” abre dos posibles
interpretaciones, ya que taciturno significa triste, melancólico o
apesadumbrado. De esta manera podemos pensar que el yo lírico siente su
cabellera taciturna porque nadie disfruta con su tacto, así la cabellera
parece tener la condición del mismo yo, como si su tristeza por no
disfrutar el ahora haya pasado a su cabello. Pero también si pensamos en
la melancolía o la pesadumbre, pensamos en algo que se prolonga en el
tiempo, y por lo tanto es largo, lo que podría sugerir que su cabellera
es larga y más bella aún, por su condición de oscuridad y vitalidad.
Ahora, que tengo la carne olorosa,
y los ojos limpios y la piel de rosa.
En el tercer
dístico cambia la imagen, que deja de ser puramente visual para ser
ahora también olfativa “carne olorosa”, “piel de rosa”. Su carne, dicho
de forma básica, está recubierto de un olor agradable, nuevo, renovador.
No pesan en ella los años, ni las angustias y decepciones de la vejez,
por eso sus ojos son “limpios”. Los ojos, ventanas del alma, muestran
ese interior inocente aún, que no conoce las tristezas de la vida. Es
por eso que este es el mejor momento, está nueva para empezar a vivir.
Lo mismo sugiere la metáfora “piel de rosa”, con el agregado del tacto,
una piel así es suave y agradable, delicada y plena.
Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera
El siguiente
dístico pasa a mencionar los pies. La descripción que el yo hace de sí
misma tiene un orden caótico: las manos, la cabellera, la carne, los
ojos, la piel, los pies y luego los labios. Como si ella fuera
recordando, de forma emocional sus atributos. Así como recuerda en
desorden, también cambia la anáfora, ya no es “tómame”, sino “ahora”,
ya, no es bueno seguir esperando porque sólo provocará más desesperación
ver lo que se empieza a perder. Sus pasos son ligeros, camina casi como
bailando, no le pesa el andar, por eso la metáfora “mi planta ligera/
la sandalia viva de la primavera”. Sus pies están cargados de vida, la
vida que le da la juventud de la primavera, la estación del amor, la
estación del nuevo nacimiento. Ahora ella puede seguirlo, correr, vivir,
bailar, todas expresiones de una vida plena de felicidad.
Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.
El último
dístico de esta parte recurre a una nueva imagen sensorial, ya usó la
visual “la taciturna cabellera”, “los ojos limpios”, entre otras; la
táctil “la piel de rosa”, como un ejemplo; la olfativa “carne olorosa”, y
ahora utilizará la auditiva “en mis labios repica la risa/ como una
campana sacudida a prisa”. La vida se capta con todos los sentidos, se
aprehende con ellos, se disfruta pleno si ningún sentido queda afuera.
Así quiere el yo lírico ser tomada por el tú lírico, con todo su ser.
Primero utiliza la metáfora “repica la risa”, su entusiasmo, su alegría
es sincera, estruendosa, espontánea y explosiva y la comparación con la
campana reafirma esta idea: es “sacudida a prisa”, no hay prejuicios en
su alegría, no hay represión, es naturalmente desinhibida y fresca.
Segunda parte
Después...¡oh, yo sé
que nada de eso más tarde tendré!
Aquí comienza
la segunda parte del poema en la que el yo deja ver su angustia por el
tiempo que pasa, y el amante no termina de decidirse, tal vez movido más
por el “decoro” y las “buenas costumbres”. Tomar a una mujer sin
casarse en ese tiempo está mal visto. Pero ella trata de mostrar que
nada tiene que ver las presiones sociales, con lo que naturalmente ella
está experimentando en su ser biológico. Por eso el “después” seguido de
los puntos suspensivos, el futuro es incierto, y el tiempo corre, lo
que se traduce en la angustia marcada por los signos de exclamación y la
imprecación “¡oh, yo sé/ que nada de eso más tarde tendré!”. El
encabalgamiento (cuando un verso continúa en el siguiente) marca la
certeza “yo sé”, es inevitable, es indiscutible, la vejez vendrá para
todos, aunque intentemos luchar contra ella: “nada de esto más tarde
tendré”, cómo no disfrutarlo ahora, si es seguro que no va existir más
esa juventud, esa alegría, esa belleza de la que hoy reboza.
Que entonces inútil será tu deseo
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.
Se apela
directamente al tú lírico: “inútil será tu deseo”, de que sirve haber
deseado algo tanto, si cuando estaba en el mejor momento no se
aprovechó. Una vez más, la comparación del deseo ahora se relaciona
directamente con la muerte, “ofrenda puesta sobre un mausoleo”. La
ofrenda, las flores que se llevan a los muertos, y que también están
muertas por ser arrancadas, no sirven de nada a la hora de la muerte,
¿es que el muerto las disfruta? La hora de disfrutar es cuando se está
vivo. Después es sólo el llanto que no cambia nada, y que no satisfizo
ningún deseo.
¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!
Este dístico
retoma el casi de forma forma idéntica el primer dístico del poema, con
la única diferencia que ahora las flores están definidas: “nardos”. Esta
elección no es inocente. Los nardos son flores que abren de noche y
tienen un olor penetrante, lo que simbolizan la unión sexual que ella le
está invitando a vivir al tú lírico.
Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.
La antítesis
“hoy, y no más tarde” es terminante, el tiempo corre, y no se puede
esperar al futuro, la hora es ahora, y la metáfora “anochezca” refiere a
la cercanía de vejez. Si la noche es símbolo de la muerte, el anochecer
del hombre no es otra cosa que su vejez. Lo mismo sucede con la
metáfora “se vuelva mustia la corola fresca”, siendo que la corola es lo
que sostiene a la flor, y ponerse mustia implica arrugarse, tal como le
pasa a los seres humanos. Ahora está “fresca” pero más tarde estará
“mustia”, esto es un proceso natural, es también una antítesis natural.
Hoy, y no mañana. Oh amante, ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?
Utiliza el
paralelismo: “hoy, y no más tarde”, “hoy, y no mañana”, porque la pasión
y la desesperación van creciendo en intensidad, necesita convencer al
amante que salte por encima de todas las convenciones sociales.
Termina con una
pregunta retórica, es decir una pregunta que encierra dentro de sí
mismo la respuesta. Las dos plantas que se mencionan tienen también una
relación antitética, la enredadera refiere a la vida, plena, que abraza
cualquier cosa que esté en su centro y que crece frenéticamente hacia el
sol, hacia las alturas; sin embargo el ciprés es la planta que los
griegos usaban para honrar a sus muertos. Así que la pregunta es clara:
lo que hoy es enredadera, mañana será ciprés, planta muerta.
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